viernes, 31 de octubre de 2008

Maníes trabados.

Los carteros deben tener cuidado con los perros bravos, fué lo que tal vez Juan el cartero en cuestión, no tuvo en cuenta. Apenas atravesó el portón verde de hierro, sintió un dolor desgarrador en la entrepierna, sintió cómo el pantalón se razgaba y también lo hacía un pedazo de su cuerpo, un trozo que lo hacía lucir como un hombre, un trozo de carne y tejido que sirve para dos cosas, o, para tres, pero que si no lo tenía en el lugar ya no servía para nada.
La ambulancia vino tan pronto como pudo, aunque no tan pronto cómo para salvar a Juan y su amigo, mientras el cartero se retorcía de dolor por saberse un poco más delgado y anímicamente golpeado por haber estropeado su pantalón de trabajo que seguramente se lo iban a descontar del dinero del seguro contra accidentes de trabajo, aunque no sé si los perros entran en el seguro de los carteros.
Sea, de todas formas este hombre, estaba hecho trizas.
Pasó tiempo en el hospital recuperándose, hubo varias intervenciones médicas, varios intentos de volver a recomponer lo que había hecho feliz a Juan y a su esposa que entre otras cosas se dió cuenta de que no extrañaba a Juan, extrañaba más a su querido amigo, amigo de ambos, que reconozcámoslo, era más amigo de Juan, digamos que inseparables, pero esto demostraba una vez más que no hay que dar nunca nada por seguro, ni nuestros más apegados amigos.
El ir y venir de los doctores y catedráticos que no estaban acostumbrados a tan infeliz situación, dejaba al hospital con los pisos lustrsos, al menos en dirección hacia dónde estaba internado Juan. Varios fueron los notables que vinieron a visitar a Juan y varios fueron los que lloraron a su fallecido amigo, incluso algunos de los visitantes se dieron por enterados del grave suceso, cuando vieron la foto del amigo de Juan en los periódicos, casi fué duelo municipal, ver al amigo del cartero tirado en el suelo de un patio extraño.
El doctor kjfkjsf, de aquí en adelante "el doctor", fué el que abrió la puerta de la esperanza en la situación de Juan y la angustiosa cara de su esposa ya buscando soluciones por otros lados.
-En mi clínica de NY, tengo la solución que ud amigo, necesita.
-Digamela Dr, ud sabe lo que necesito solucionar este problema y ya sabemos que mi amigo no regresará, ud me entiende.
-Absolutamente, aunque son técnicas experimentales, ud deberá firmar los papeles necesarios para desligar toda responsabilidad posible. Además si me deja darle esperanzas, la intervención será un éxito, sólo que es muy poco convencional.
Mientras el dr hablaba, Juan escuchaba atentamente, pensaba e imaginaba su vida plena de nuevo, él necesitaba una migo cercano y el dr lo podía ayudar. Soñaba corriendo por el parque con su esposa de la mano, recobrando lo trágicamente perdido, lejos de los perros, lejos de toda infelicidad en una plena tarde de primavera. Sentía e imaginaba un renacer lleno de satisfacciones seguras y ya conocidas pero lejos en el tiempo, ya no recordaba la última vez.
-Dígame dr, cuál es la solución.
-Bueno amigo... se trata de un simple implante de trompita de elefante blanco
-¿Perdón?
-No se ponga nervioso amigo, le digo que es la única solución para ud. Piénselo, es esto u orinar en pelela. Además se puede acostumbrar y recuerde a su esposa, ud no querrá que....
-No siga, no siga, entiendo, entiendo..... ¿dónde firmo? y lo hacemos ya!
-Muy bien, esta tarde arreglamos los papeles y está listo para viajar y verá cómo en diez días ud es otro.
-Es un trato dr.
Salió contento de la sala del hospital pensando en su futuro, imaginando su vida plena de nuevo, él necesitaba un amigo cercano y el dr lo podía ayudar. Soñaba corriendo por el parque con su esposa de la mano, recobrando lo trágicamente perdido, lejos de los perros, lejos de toda infelicidad en una plena tarde de primavera. Sentía e imaginaba un renacer lleno de satisfacciones seguras y ya conocidas pero lejos en el tiempo, ya no recordaba la última vez.

Pronto llegó a la clínica privada del dr, dónde fué atendido rápidamente.
Antes de partir el dr recomendó a Juan un visita en quince días.

La operación... un éxito, Juan... el mismo de siempre, o mejor, el mismo de antes, las relaciones con su esposa mejoraron, mejor que antes. En suma, Juan bien, la esposa bien y la trompa, impecable. Sin lugar para errores.

Ya en la primer visita quincenal. Los saludos de caso.
-Veamos. ¿Cómo se siente?
-Mire dr, la operación impecable, bárbara, un éxito. Pero estoy preocupado.
-Cuénteme, estamos para eso.
-Vea dr, no puedo comer maní!
-¿Qué tiene que ver con la operación?
-Es que me saca los maníes de la mano
-¿Quién?
-La trompa
-¿Y?
-Imagínese dr!
-¿Qué?!
-¡Dónde los mete!

8 comentarios:

El 22 dijo...

Je, je, si seras atorrante. Buen fin de semana!

h dijo...

Que barbaro!!! jajajaja!!!

Ciao!!!

Gabriel dijo...

Muy bueno. Creo que se lo había escuchado alguna vez -hace 100.000 años- a Gioia, pero me parece que no era igual... Gracias por la sonrisa

Leo dijo...

jejejej que pasen bien el finde, nunca visiten este dr, jajaj ;-D

Rosana dijo...

No te puedo creer!!! chistes, nooooooooo

Leo dijo...

Un poco de humor no te viene mal Rosana, jejejen ;-D

Unknown dijo...

Jajajaja!!! DE TERROR! Jajajaja!

Anónimo dijo...

Eres un loco... JAJAJA, muy bueno.